VIVENCIAS DE UN ESPÍRITU

0
40
Vivencias de un espíritu
Con la imagen de una casa señorial ilustramos el artículo: Vivencias de un espíritu.

Vivencias de un espíritu

Desde el otro plano os voy a contar una de mis encarnaciones en la Tierra.

En esta ocasión encarné con cuerpo de mujer, en una situación social en la que la imagen y la apariencia importaba mucho. Quedé embarazada, y pasé un tiempo alejada de los círculos sociales que frecuentaba, ya que, siendo una mujer soltera, aquello era una catástrofe para mí y para mi familia.

Me alejaron y di a luz en un lugar apartado de las amistades frecuentadas, y con ello la gran decisión, qué iba a hacer con ese hijo; los prejuicios sociales y la presión familiar me llevaron a abandonarlo. No quise dejarlo en un hospicio, en un lugar donde no tuviera unas mínimas condiciones para vivir, y por ello, a través de leales servidores, lo entregué a una familia humilde y bondadosa, la cual se comprometió a darle todos los cuidados que necesitara. Aún así, yo, en la distancia, procuré que tuviera todos los cuidados necesarios.
Seguí con mi vida, me casé y tuve otros hijos; fui relativamente feliz, y digo relativamente, porque nunca pude olvidar a ese hijo que expulsé de mi vida.

Cuando desencarné, llegué al mundo espiritual perturbada por esa pena, por ese dolor; pasé mucho tiempo en las tinieblas y sufrí mucho.

Este espíritu que fue mi hijo, al cual abandoné, no me perdonó. Supo que fue un hijo abandonado por una dama de la alta sociedad, y su odio no cesó durante toda la vida, incluso cuando llegó al mundo espiritual.

Allí nos reunieron para preparar una nueva reencarnación. Yo sabía que era deudora, y tenía un gran cargo de conciencia, y él no acabó de perdonarme del todo. Yo tenía la determinación de no volver a fallar; no quería que esto que pasó volviera a suceder.

Transcurrido el tiempo que mi espíritu necesitaba, se me presentó la oportunidad para saldar esta deuda reencarnando nuevamente.

De nuevo en la Tierra ambos, él en una posición social alta y yo en una posición humilde, coincidimos. Entré de asistenta en la casa donde él vivía, y siendo un niño y yo una adolescente, fui su niñera.

Desconociendo lo que entre nosotros había sucedido en el pasado, sus padres me confiaron su custodia, y yo me propuse no fallar; había algo dentro de mí que me decía: tienes que luchar por este niño con todo tu esfuerzo, con todo tu amor.

Procuré siempre atenderle y darle todos los cuidados. Mi preocupación y mi dedicación llegaban a extremos inimaginables, pero sentía que era algo grabado dentro de mí.

Por su parte, siempre existió un gran rechazo, pero yo sabía que tenía que actuar con determinación; amar era mi compromiso, comprender todas aquellas travesuras y sus malas acciones contra mí; servir, y servir con amor.

Así lo hice durante más de cuarenta años. Nunca me quejé y siempre estuve ahí, ofreciendo todo mi amor.

Cuando me despedí de la casa, enferma, mayor, este hermano me preguntó:

̶ ¿Por qué me has tratado así, si yo siempre te traté con desprecio?

Yo le respondí:
̶ No lo sé, es algo grabado en mi interior que me impele actuar de esa manera. Dios sabe qué circunstancias hay detrás de todo esto.

Cuando acabamos esta existencia, nos encontramos de nuevo en el mundo espiritual. Después de un tiempo nos reconocimos como la madre y el hijo del ayer.

Él me perdonó, y me pidió perdón por su ingratitud, y yo le dije: los dos erramos, perdóname.

Después de esta experiencia aprendí que hay que perseverar en las determinaciones positivas, en el amor, siendo constantes en la lucha por el bien, sin permitir que situaciones de mal humor, de carencias económicas, afectivas, y de otra índole nos desvíen de los objetivos que cada uno de nosotros venimos a cumplir.

Vivencias de un espíritu por: Un espíritu

 

En esta nueva sección vivencias de un espíritu se irán relatando distintas experiencias de espíritus a su paso por la tierra.

Publicidad solidaria gratuita