LEYES UNIVERSALES

1
15
LEY DEL AMOR


El Amor como fuerza armonizadora para una vida mejor.
Realización del Amor en nuestro mundo.

Comenzamos con la primera y principal de esas leyes universales: Ley del Amor. Mas, para comprenderla, habremos de reducirla a nuestro lenguaje humano.

El Amor es, en sí, una vibración poderosa que emana de Dios como energía vivificante que alimenta toda la creación. Y en el aspecto humano, el amor es un sentimiento que emana del Alma (superior) cuando ésta ha
alcanzado ya cierto grado de evolución, manifestándose en la personalidad humana como afecto, cariño, compasión, ansia de ayudar, deseo de auxiliar al que sufre, anhelo y goce en hacer felices a los demás y otras manifestaciones en las relaciones humanas; así como ese sentimiento de atracción hacia las bellezas de la Naturaleza en sus diversos aspectos, que va percibiendo a medida que el alma va sensibilizándose.

En las fases primeras de la etapa humana, el Alma espiritual (superior) poco desarrollada aún, es ahogada por el alma humana (inferior) que transmuta esa vibración divina hacia sí, en la personalidad humana, resultando eso que denominamos egoísmo; egoísmo característico de las primeras fases de la etapa humana.

Y a medida que va evolucionando, a medida que ese alma humana va pasando por el dolor en las múltiples vidas humanas, comienza a sensibilizarse, con lo que el egoísmo va cediendo en intensidad, para dar cabida a la vibración de amor puro, poco a poco, comienza a manifestarse como sentimientos de bien hacia los demás seres sin distinción. Entonces es cuando se establece contacto con la vibración de Amor que emana de Dios, y empieza a recibirse esa vibración sutil que va ayudando a sutilizar el alma humana y capacitándola para recibir las vibraciones del Alma (superior) y percibir las bellezas de la vida, dulcificándola, a la vez que armonizando la mente humana.

Pero, veamos: ¿qué es el amor para el común de las gentes? Tan solo un sentimiento más o menos intenso de atracción y acercamiento entre algunas personas amigas y familiares, así como entre personas de sexo opuesto. Estos son aspectos humanos del Amor, como el amor de los padres, de los hijos, hermanos y esposos. Y a medida que ese amor va evolucionando, comienzan a percibirse también esos sentimientos hacia los demás seres, sin distinción. Porque el verdadero amor es impersonal, manifestándose como sentimiento espontáneo de ayuda hacia otras personas para asistirlas y auxiliarlas en los diversos aspectos que la vida ofrece, y tan sólo con ese sano deseo de servir, de contribuir a su felicidad; deseo o sentimiento que brota del Alma de las personas bondadosas que han superado ya o están superando el egoísmo. Y ese sentimiento, que es vibración sutil, dulcifica la vida de la persona que lo siente. Porque el Amor es energía vivificante y generador de armonía y felicidad.

Todos los aspectos de la Naturaleza son armónicos en sí y entre sí, porque están impregnados de esa maravillosa vibración cósmica: AMOR. Y como parte de la Naturaleza, el ser humano está inmerso en esa vibración divina. Pero, por desventura, con nuestra actitud egoísta, los humanos polarizamos esa vibración armónica productora de dicha, transmutándola en desarmónica, con lo que creamos esos estados de ánimo de desdichas y amarguras, que diversas manifestaciones podemos apreciar en el mundo de hoy, retardando su evolución.

Es precisamente nuestro egoísmo que no nos permite ver la realidad de la vida y nos mantiene en constante desarmonía mental-emocional, que amarga la vida humana y retarda el progreso del Espíritu. De aquí la imperiosa y apremiante necesidad de superar lo que de egoísmo quede todavía en nosotros y sintonizarnos con la vibración de Amor, que es fuerza armonizadora por excelencia.

Cuando vibramos en amor, sentimos una paz inefable, una alegría interna indescriptible, no conocida por las personas egoístas. Y esa sensación de dicha nos indica que nuestra Alma está percibiendo la vibración de Amor que emana de la Divinidad, y que se encuentra en la esencia espiritual de todo ser.

Pero, el ser humano en su lucha por la vida, ha desarrollado el egoísmo (amor a sí mismo), con lo cual polariza esa vibración maravillosa, que se encuentra debilitada (como ahogada) en el alma humana, por la presión del egoísmo. Porque los humanos nos hemos apartado del verdadero objeto de la vida, olvidándonos de los verdaderos valores espirituales, para ir tras el espejismo del dinero y los placeres; por desconocimiento de las ventajas que el amor ofrece. Y por ignorancia de que, amar es una necesidad imperiosa para una vida humana más armónica y feliz, y a la vez poder lograr el progreso espiritual, que es el objeto verdadero de la vida humana.

El amor es la llave que abre todos los corazones.

¿Quién no ha visto como el mágico poder del amor a transformado en amigos a enemigos y transformado en cariñosos maridos a hombres desafectos, amargados por los embates de la vida? Mujeres hay que, con su bondad y dedicación endulzan la vida del hogar, al punto de modificar los hábitos viciosos y callejeros de los maridos en amantes del hogar, que con dulzura, fruto de ese amor que es dar de sí sin pensar en sí, consiguen?

Mientras hay esposas que, con su egoísmo se tornan exigentes o se enojan por minucias sin importancia, perturbando así la paz y la armonía del hogar. Entonces, sufren las desavenencias, que son fruto del egoísmo. Y lo que es peor, esa fea y perjudicial costumbre de recriminaciones uno del otro, echando en cara los defectos, señalando debilidades, llegando en algunos casos hasta a proferir frases que pueden lastimar, y generalmente lastiman, la susceptibilidad de la otra parte, creando con ello estados de desencanto y hasta malquerencias.

Qué cuadro lastimoso presentan esas parejas desparejadas ante sus hijos o familiares, por falta de delicadeza y por dejarse dominar por el egoísmo y el amor propio, pretendiendo hacer prevalecer sus aparentes razones (muchas veces caprichos y terquedades) que convierten el hogar en un infierno, con un gran daño para los hijos, de cuya educación son responsables ante la Ley.

Y, ¿qué consiguen con todo eso? Matar ese cariño y respeto mutuo que debe haber siempre entre los esposos y todos los miembros de una familia; y con todo lo cual, la vida humana pierde su encanto y se convierte en amargura.

Y, ¿qué podemos hacer para evitar todo eso? En primer lugar, comprender lo ridículo y perjudicial que esa actitud y actuaciones significan. Y luego, proponernos firmemente evitar todo motivo de discordia, comenzando con tomar una actitud de comprensión hacia la otra parte, tratando de ver sus cualidades buenas. Sólo cuando cada uno de los cónyuges traten y se esfuercen en hacer feliz al otro, en todo sentido, el hogar vibrará, y una paz venturosa reinará en ese hogar.

Y a vosotras, esposas, os digo: Si queréis ser amadas, comenzad vosotras primero. Comenzad por poner todo vuestro empeño en hacer felices a vuestros esposos, padres, hermanos y a… todos. Daos con amor a todos aquellos con quienes os relacionáis (sin ficción, con naturalidad) y pronto comenzaréis a percibir los efectos maravillosos de esa energía creadora y armonizadora, cual es el AMOR. No os dejéis engañar por el egoísmo, el orgullo o el amor propio, que son vuestros principales enemigos y causa de desdichas múltiples.

Porque, sólo el amor desinteresado es creador de felicidad, ya que está dentro de la ley divina de Amor, que rige la Vida. Tened bien presente que, el humano más feliz es aquel que ha aprendido a amar; porque, cuando amamos estamos uniéndonos a la vibración de Amor emanada de la Divinidad misma.

Solamente dando amor recibiremos amor. Esa es la ley. Quien más dé, será quien más reciba. La verdadera felicidad está en el dar, más que en el recibir.

La realización del amor en nuestro mundo, es una necesidad imperiosa para una vida humana más armónica y feliz; a cuyo objeto están orientados los diversos aspectos de las leyes que rigen la Vida, leyes emanadas de la Sabiduría Cósmica y Eterno Amor.

Si entre vuestros familiares, vecinos o entre vuestros compañeros de trabajo, hubiese alguno que os moleste o que trate de haceros daño; no le odiéis, no cometáis esa torpeza, no vale la pena; porque, él mismo, en su ignorancia no sabe lo que hace, es su atraso evolutivo que le hace actuar así. Tened compasión de él (o ella). Sí, tened compasión, ya que con ello estaréis vibrando en amor que es comprensión y tolerancia. No os dejéis llevar por el orgullo o por el egoísmo. Proyectad sobre esa persona vibraciones de amor (sentimientos de bien) y buenos pensamientos que son fuerzas positivas y energía armonizadora, y que también os armonizará a vosotros mismos. Además, para no uniros a él o ella por el rencor, sino por el amor. Y de ese modo habréis puesto en práctica las enseñanzas del sublime Maestro Jesús; pagar bien por mal. Esa enseñanza que los humanos no acabamos de comprender.

Mantengamos pensamientos de amor hacia todos y hacia todo en el hogar o grupo familiar, en vuestro trabajo para con vuestros compañeros, en vuestras relaciones humanas, dándoos, tratando en toda forma de ser útiles y contribuir a la felicidad de los demás; y con ello estaréis conquistando vuestra propia felicidad. Porque, el amor sentido y realizado en el diario vivir, hace la vida más agradable y llevadera; es, cual fuente inagotable; cuánto más se da, más se recibe. Esto da buen resultado hasta en los negocios.

Todo lo expuesto no es una ilusión ni una mística, como algún desconocedor de esta ley pueda presumir; esto es una técnica para una vida armónica y feliz.

Irradiando amor de nosotros, estamos creando una atmósfera psíquica de armonía a nuestro alrededor y una vida más feliz; estaremos vigorizando nuestras células nerviosas y las células de los tejidos, evitando un envejecimiento prematuro; estaremos contribuyendo a un más perfecto funcionamiento de las diversas glándulas endocrinas y exocrinas, reguladoras de la salud, con lo que mejoraremos la salud del cuerpo y del alma; y consecuencialmente, una suave sensación de paz y dicha inundará nuestra alma y mente. Porque, cada acto de amor genera felicidad. Además de todo ésto, cuando vibramos en amor, deseando bien a todos, estamos creando también un campo magnético protector contra las acometidas de las fuerzas negativas invisibles.

En verdad os digo que, cuando derramemos amor sobre los seres queridos en nuestro hogar y sobre los necesitados de afecto (que son muchos), amor recibiremos en manifestaciones diversas. Cuando aprendamos a prodigar amor sobre nuestros relacionados en forma de comprensión, afabilidad, servicio desinteresado, deseo y acción de bien; nuestra vida será inmensamente más agradable y feliz; aún cuando los egoístas, en su miopía psíquica, no puedan apreciar esta verdad.

Comenzad hoy mismo, al llegar a vuestro hogar, a practicar la comprensión y tolerancia hacia las imperfecciones e incomprensiones de los que componen vuestro hogar.

Tomad una actitud amorosa hacia todos los que os rodean, incluyendo aquellos que no os quieren bien, y comenzaréis a sentiros más felices. Al comienzo, puede que os cueste algún esfuerzo, pero vale la pena; ya que estaréis contribuyendo a vuestra propia felicidad.

Y por último, necesario es tener presente que, el amor puro actúa como vibración purificadora del alma humana, evitando así la acción depuradora del dolor.

Y por consiguiente, la práctica del amor en sus diversas manifestaciones, será la fuerza que abrirá la puerta de los Planos Superiores -ambientes de felicidad- al final de la actual vida terrena, librándonos de los ambientes de sufrimiento al pasar al Más Allá.

SEBASTIAN DE ARAUCO

Publicidad solidaria gratuita

1 COMENTARIO