LEYES UNIVERSALES

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LEY DE EVOLUCIÓN Y PROGRESO (II)




Para intentar aclarar el porqué de infinidad de circunstancias que se nos presentan en la vida diaria, vamos a comentar los diferentes mundos en los que el espíritu tiene que vivir como persona.

Los mundos son creados para que el espíritu pueda aprender a través de las experiencias que realiza con la materia, como la lucha en la vida diaria, los problemas que se nos presentan de continuo, el trabajo, el trato con las personas, las corrientes ideológicas, etc., son sus primeras lecciones espirituales. O sea, los mundos físicos son, ante todo, escuelas de perfeccionamiento espiritual y el primer curso de estas escuelas, es destinado a aprender qué es el Amor. Hasta que los espíritus encarnados no aprendan a vivir teniendo por fundamento en sus actos de cada día “el amor que predicó Jesús”, no pasarán a formar parte de las humanidades que pueblan otros mundos más avanzados en donde todo es armonía y felicidad.

¿Qué hay que entender por Amor? La emoción de amor, es el tronco del cual, como ramas, parten todas las virtudes. La honradez, la sinceridad, la bondad, la misericordia, la humildad, la sencillez, etc., son aspectos del Amor.

Los mundos, como cualquier otra cosa en el Universo, también progresan; todo tiende a perfeccionarse, de ahí que existan mundos hostiles, planetas inhóspitos y primarios, y planetas paradisíacos. Los mundos pueden dividirse por su grado de perfeccionamiento en cinco clases, que son: Mundos primitivos, mundos de expiación y prueba, mundos de Regeneración, mundos Felices y mundos Divinos o Espirituales.

MUNDOS PRIMITIVOS

Mundos primitivos son aquellos mundos recién creados en los que el ambiente es bastante hostil, exuberante, salvaje, poblados en general por especies animales y humanas muy primitivas. Por ejemplo, cuando nuestra tierra estaba habitada por animales enormes antidiluvianos.

En estos mundos, la vida transcurre por lo general en una lucha continua por la sobrevivencia entre los hombres que los habitan y los animales y el medio ambiente. Las personas que viven en estos mundos son por lo general hombres de las cavernas y los espíritus que se ven forzados a encarnar allí son espíritus que prácticamente comienzan su ciclo evolutivo en la materia. Cada espíritu, según su grado de adelanto espiritual, está obligado a tomar cuerpo para progresar en un mundo más o menos perfeccionado. Esto, además de ser lógico, es también necesario, pues es precisamente el trabajo y la lucha por la sobrevivencia y por crearse una existencia más cómoda en el ambiente en que se vive, el medio del que se vale nuestro espíritu para desenvolver esos atributos que trae latentes en sí mismo, como sabiduría, voluntad, etc.

MUNDOS DE EXPIACIÓN Y PRUEBA

Los mundos evolucionan en ciclos predeterminados, no como el hombre, que hace uso de su voluntad y de su libre albedrío para evolucionar más o menos rápido.

Si tomamos como ejemplo nuestro planeta, hubo un tiempo en el que siendo la tierra un planeta primario, sirvió de planeta receptor de espíritus, que fueron exiliados de otros mundos a consecuencia de quedar a la izquierda del Cristo, en la selección de un Juicio Final. Estos espíritus, debido a las múltiples existencias que ya habían vivido, traían ya de otros mundos el intelecto más avanzado, y fue entonces, gracias a estos espíritus, que comenzó a surgir en nuestra humanidad de la era primaria, los primeros indicios de las artes, las ciencias, las letras, etc. . La etapa de expiación y prueba, aquí en nuestro planeta, podemos medirla desde este lejano pasado, hasta el juicio final que dentro de muy pocos años se verificará aquí entre nuestra humanidad.

Ahora ya en plena era espacial y atómica, el hombre en el que no haya madurado el Amor hacia sus semejantes, se habrá convertido en un ser demasiado peligroso, por disponer de unos medios de destrucción enormes, como bien sabemos todos; y es por esto que urge pronto también una selección entre los buenos y los malos, para que no acarreen una destrucción planetaria y de consecuencias cósmicas.

El espíritu de la persona actúa como una archivadora electrónica, en donde quedan retenidos todos los sucesos y experiencias que la persona vive en sus diferentes vidas. Esto es lo que forma su conciencia espiritual; y es de esta fuente de información o experiencias, de la que se sirve nuestro espíritu para plasmar en la mente, en el momento oportuno, el pensamiento o la idea conveniente para guiar a la persona, o sea, es nuestra voz de la conciencia que nos avisa de continuo y nos incita a obrar bien, aunque la mayoría de las veces no la queramos escuchar.

La persona primitiva, al estar falta de experiencias, comete errores continuamente, por no tener una conciencia suficientemente amplia o documentada y perjudica a los demás y a sí mismo. Por esto, en esta fase primaria de la evolución del hombre, los males y los defectos son el fruto de su ignorancia espiritual. Luego, más adelante, cuando el hombre es consciente de todo esto, comete menos errores; pero también tiene mucha más responsabilidad de sus actos ante Dios, porque su conciencia le avisa con más insistencia y exactitud, por estar más desarrollada en lo que debe y lo que no debe de hacer.

De todas formas, los errores se pagan todos. Dios no castiga ni toma represalias contra nadie, pero ha establecido una Ley, que es la Ley de Acción y Consecuencias, que vigila y reajusta todo acto negativo, para que nada se incline a degenerar, sino que todo evolucione y se perfeccione. Esta Ley la vemos manifestarse de continuo en estos planetas todavía poco evolucionados, como el nuestro, en la forma de sufrimientos, enfermedades y toda clase de males, a través de los cuales las personas pagamos los abusos, perjuicios y sufrimientos causados a otras personas, en actos que hemos cometido, por lo general, en otras existencias anteriores. Y repetimos, no como represalias o castigos de Dios hacia nosotros, sino como lecciones que nuestro espíritu tiene que asimilar, para obrar siempre en perfecta armonía con las leyes de Evolución y Progreso general, que rigen tanto la materia como el espíritu (la materia se entiende no como finalidad en sí misma, sino como medio de progreso y manifestación del espíritu) “CON LA VARA CON QUE MIDÁIS SERÉIS MEDIDOS”.

MUNDOS DE REGENERACIÓN

Dentro de muy pocos años, nuestra tierra va a pasar de ser un planeta de expiación y prueba a ser un planeta de regeneración. Como ya de tiempo inmemorial nos vienen indicando a través de profecías, llegará un momento en el que tanto nosotros los vivos, como aquellos llamados muertos (que son los habitantes del astral), serán sometidos a juicio. Esto es el consabido Juicio Final o la separación de las ovejas blancas y las ovejas negras nombradas por Jesús.

Como hemos dicho anteriormente, los planetas evolucionan o suben de graduación, en ciclos de tiempo predeterminado, en cambio, el hombre progresa haciendo uso de su fuerza de voluntad y de su libre albedrío. Esto da lugar a que llegado el tiempo de un determinado planeta que tiene que subir de categoría, existan muchas personas que no merecen continuar en el planeta, por no haber progresado lo suficiente espiritualmente y no estar preparadas para vivir, según las nuevas normas que deberán regir a la humanidad del planeta.

Entonces, a través de la selección del Juicio Final, son enviados a reencarnar a otro planeta de categoría inferior, en consonancia con sus impulsos y tendencias todavía bastante negativas. Esta selección es necesaria, pues de otra forma, llegado un momento como el que nuestra humanidad a pasos agigantados se está acercando, en el que todo será degeneración, los pocos buenos que hubieran no podrían resistir largo tiempo en un ambiente tan saturado de influencias negativas y serían muy pocos los que lograran salvarse.

Los mundos de regeneración son aquellos cuyas humanidades las forman espíritus que viven según la ética del evangelio de Jesús, y por consiguiente, son mundos en donde reina la paz, la armonía y el progreso material y espiritual es continuo. Es evidente que las personas peligrosas debido a sus tendencias bélicas, engañosas, crueles, egoístas, etc., no pueden formar parte de las humanidades de dichos mundos, pues pronto las convertirían en un caos como en el que actualmente está sumido nuestra tierra, por las guerras, tensión de toda clase, inseguridad… Nuestra tierra en el tercer milenio entrará a pertenecer a la categoría de los mundos de Regeneración y aquellos que en la selección del Juicio Final queden a la derecha del Cristo serán los escogidos para habitarla. El próximo ciclo que comenzará entonces para la humanidad de la tierra será para desenvolver la fuerza de voluntad y las facultades psíquicas y mentales, pero siempre en una convivencia pacífica fundamentada en la enseñanza de las verdades eternas del espíritu.

Para entonces la tierra tendrá la posición que tenía antes del hundimiento de la Atlántica y los polos serán habitables, pues el eje de la tierra se está verticalizando ya progresivamente, y en esas tierras purificadas, debido a permanecer miles de años bajo los hielos, se levantarán grandes civilizaciones. A partir también de la próxima era, la humanidad de nuestro planeta tendrá contactos oficiales con humanidades de otros mundos.

Los mundos de regeneración son ya verdaderos paraísos, en donde sus humanidades viven amándose y respetándose unos a otros, como grandes familias universales; donde no existen intereses particulares, donde todos trabajan y aportan el fruto de su trabajo voluntariamente a la sociedad, recibiendo del estado todo lo necesario, conscientes de que el trabajo, tanto manual como mental, es el principal medio de progreso espiritual; disponen también, debido a su avance científico, de más de la mitad del año libres para dedicarlo a lo que uno quiera.

MUNDOS FELICES

Después de esta presentación y forma maravillosa de realizar la vida en los mundos de regeneración, qué decir entonces de los “Mundos Felices”, en donde sus humanidades viven bajo las mismas bases morales del evangelio de Jesús, pero todavía mucho más avanzados técnica y científicamente, siendo el trabajo cada vez menos manual y más mental y con más tiempo para emplear, en el arte, la música, la filosofía y todo aquello que canaliza el progreso del espíritu.

Ampliando, diremos todavía, que la forma del cuerpo es siempre como en todas partes, la forma humana pero embellecida, perfeccionada y sobre todo purificada. El cuerpo, en estos mundos, es menos denso que aquí en la tierra y no está sujeto a necesidades físicas, ni a las enfermedades. Los sentidos, más perfeccionados, tienen percepciones más agudas; la ligereza específica de los cuerpos hace la locomoción rápida y fácil. La poca resistencia que ofrece la materia a los espíritus ya muy avanzados, hace que el desarrollo de los cuerpos sea rápido y la infancia corta o casi nula; la vida, exenta de cuidados y de congojas, es mucho más larga que aquí en la tierra. En principio la longevidad está proporcionada al grado de adelanto de los mundos. La muerte no tiene ninguno de los horrores de la descomposición; lejos de ser un motivo de espanto, es considerada como una transformación feliz, porque allí no existe la duda sobre el porvenir. Durante la vida, no estando el alma encerrada en una materia tan densa, irradia y goza de una lucidez que la pone en un estado casi permanente de emancipación y permite la libre transmisión del pensamiento.

Allí, no hay privilegios de ninguna clase; la superioridad moral e intelectual es la única que establece la diferencia de condición y da la supremacía. La autoridad es siempre respetada, porque sólo la ostenta aquel de más mérito moral e intelectual, y porque, debido a su evolución, siempre la ejerce con justicia. El hombre no procura elevarse sobre el hombre, sino sobre sí mismo, perfeccionándose.

MUNDOS DIVINOS O ESPIRITUALES

Muy poco podemos decir sobre estos mundos, en donde sus humanidades viven prácticamente ya en espíritu, gozando intensamente las emociones de amor.

SEBASTIAN DE ARAUCO

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